Rosenblut & Friedmann

Nuestra Historia

Durante más de una década, Yael Rosenblut se dedicó al videoarte y la curaduría. Tanto en sus obras como en las exposiciones que organiza, reflexiona sobre los espacios por los que circula el arte. Luego, dio un giro en su vida, se convirtió en una tenaz comerciante y, en 2013, partió a Nueva York para posicionar a nuevos artistas en el exigente mercado norteamericano. Sin embargo, un accidente cambiaría su destino. Al llegar a una abertura y salir de la cabina, uno de los tacones de sus zapatos se rompió y perdió el equilibrio. El tiempo se ralentizó y pudo verla acercarse a la acera de Madison Avenue, cuando sintió que una mano amortiguaba su caída. Todo sucedió en menos de un segundo, pero la amistad con Mario Friedmann iba a durar. En ese momento, Friedmann había estado coleccionando arte durante la mitad de su vida y le apasionaba conocer nuevos artistas. Ambos se dirigían a la misma inauguración e inmediatamente se dieron cuenta de que no solo compartían la fascinación por la pintura contemporánea, sino que pertenecían a esa curiosa clase de personas que creen que no hay nada más noble que dedicar la vida al arte. Por afinidad, amistad y negocios, continuaban reuniéndose cada vez que podían. En esos encuentros hablaban de arte, pero no desde el punto de vista teórico, que, aunque lo sabían, no era su lenguaje.

Su planteamiento era más visceral y les bastaba mencionar el nombre de algún artista -como Maurizio Cattelan, Christian Boltanski, Jenny Holzer o Christoph Ruckäberle, Julian Rosefeld y Paula Anguita, entre otros- para emocionarse, de memoria, y no Es decir, era más útil para reproducir esa conmovedora experiencia que sentían frente a una obra de arte.

Una tarde, en el Museo Reina Sofía, mientras admiraban las esculturas del alemán Thomas Schütte, se preguntaron: “¿Por qué no abrimos nuestra propia galería? Cuando llegaron al salón de los cubistas la idea ya había tomado forma. Al año siguiente realizaron innumerables viajes entre Madrid y Berlín, donde vive Friedmann, y tras incorporar a la sociedad a Franz Ruz, la idea se hizo realidad. Hoy, Rosenblut and Friedmann es una galería dedicada a la exposición de artistas emergentes y consagrados, que busca expandir el horizonte del modelo de galería tradicional a través de la exploración y la colaboración con artistas a lo largo del proceso de exhibición. Es esta visión la que da forma a la identidad de Rosenblut y Friedmann y, en última instancia, pretende establecer un nexo entre el presente y el futuro del arte.